Desgraciadamente, algunas de las pequeñas capitales provinciales pasan desapercibidas para el viajero, como es el caso de Teruel, Girona, Zamora o Jaén, por poner unos ejemplos, pese a contar con un valioso patrimonio artístico.
Jaén, denominada la capital del Santo Reino, se alza a los pies del Cerro de Santa Catalina, de ahí su urbanismo de calles empinadas, avenidas pronunciadas y callejones con escaleras.
Palacio de los Vilches
El origen de Jaén se remonta a la cultura Argar, siendo prueba de ello los yacimientos de Marroquíes Bajos. Los cartagineses conquistaron el valle del Guadalquivir 237 años a. C., siendo Jaén un alcázar para el general Aníbal Barca. Al principio de la Segunda Guerra Púnica, la princesa íbera Himilce de Cástulo (cerca de la actual Linares), fue entregada en matrimonio por el rey Mucro, al general cartaginés, para sellar la alianza entre Cástulo y Cartago.
En el 207 a. C. la ciudad de Jaén es conquistada por Escipión para los romanos, adquiriendo el rango de municipio con el emperador Tito, denominándose Aurgi.
Durante el dominio musulmán de cinco siglos, la denominada Yayyan alcanzó su esplendor. La Batalla de las Navas de Tolosa en 1212 supuso la apertura de los ejércitos cristianos hacia Al-Andalus. En 1246 fue conquistada por Fernando III el Santo para la Corona de Castilla. Durante el reinado de Fernando III y de Alfonso X, la judería jienense alcanzó su esplendor.
La visita a Jaén se puede comenzar en la ciudad moderna en dirección a la Catedral pasando por el Barrio de San Ildefonso donde encontramos el Palacio de los Vélez o el Palacio de los Vilches con su pórtico renacentista de cinco arcos de medio punto apoyados sobre columnas dóricas.
Interior de la Catedral de Jaén
En el centro del casco histórico se encuentra la Catedral de Jaén, que fue encargada al arquitecto Andrés de Vandelvira, maestro del Renacimiento, y que fue continuada por Alonso Barba, y posteriormente por Eufrasio López de Rojas, autor de la fachada principal. En el interior encontramos la imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno, conocida popularmente como “El Abuelo” que es muy venerada por los jienenses.
Subiendo por las calles estrechas frente a la Catedral llegamos a la Plaza de la Merced, que alberga el Palacio del Capitán Quesada, la Iglesia de la Merced del S. XVI y la Fuente Nueva renacentista.
Arco de San Lorenzo
Por el Arco de San Lorenzo nos adentramos en la ciudad medieval repleta de conventos e iglesias. La Iglesia de San Bartolomé destaca por su artesonado mudéjar y la Iglesia de San Juan por su origen gótico. El Convento de Santa Clara es el más antiguo de la ciudad siendo fundado por Fernando III. No dejar de probar los dulces que elaboran las monjas del convento.
Iglesia de San Juan
En pleno Barrio de la Judería, entre la calle del Rostro y el Callejón del Gato, se encuentra la Iglesia de San Andrés, en su día sinagoga. En su interior sorprende la Reja de la Capilla obra del maestro Bartolomé Ruiz.
La decoración de las placas de las calles con la Estrella de David nos indica nuestra presencia en la Judería (ver en la sección «Callejero»).
Reja de la Capilla de San Andrés
El Palacio de Villadompardo guarda en su interior el Museo de Artes y Costumbres Populares y el Museo de Arte Naïf, pero la gran joya de Jaén se encuentra en el sótano, los Baños Árabes. Son los Baños Árabes más grandes de Europa, destacando la sala templada con su cúpula semiesférica apoyada en ocho arcos en herradura.
Patio del Palacio de Villadompardo
En el camino hacia la Plaza de la Magdalena nos encontramos con el Convento de Santo Domingo y el Convento de Santa Úrsula.
La Fuente del Lagarto preside la plaza junto al Raudal de la Magdalena, lugar donde nació la leyenda del lagarto.
Fuente del Lagarto
Cuenta la leyenda que en el Raudal de la Magdalena dormía un lagarto monstruoso que atemorizaba a la población de la Judería. Un joven pastor ideó un plan para acabar con el saurio y le ofreció un cordero cuyas tripas estaban llenas de pólvora, reventando el bicho al comérselo.
Iglesia de la Magdalena
La Iglesia de la Magdalena se construyó en el S. XV sobre una antigua mezquita, conservando el patio de abluciones y la base del alminar. La fachada es de estilo gótico isabelino.
El Castillo de Santa Catalina es otro de los símbolos emblemáticos de Jaén, situado a más de 800 m. de altura, en el paraje de El Neveral. Su origen se remonta a un alcázar árabe construido por Alhamar, quien lo entregó a Fernando III el Santo, declarándose vasallo a cambio de fundar el reino nazarí en Granada.
Castillo de Santa Catalina
Desde la Cruz del Castillo se contempla toda la ciudad de Jaén, emergiendo entre las casas la imponente Catedral, y los campos de olivos de la llanura del Guadalbullón.
Catedral de Jaén
Tras el paseo por el casco histórico se puede hacer parada y fonda en la típica Taberna del Pilar del Arrabalejo.
En el popular Barrio del Arrabalejo nació el cantaor de flamenco Pepe Polluelas, muy conocido a mediados del S. XX por sus cantos por soleá.
Se puede tapear la comida típica jienense en dicha taberna: almoronía, lomo en manteca blanca, flamenquines, bacalao en yema, manitas de cerdo con caracoles o la olla de San Antón, con el acompañamiento de los vinos de la tierra de la vecina Bailén.
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