A escasos kilómetros de Caravaca de la Cruz (Murcia) se encuentra la pedanía del Arrabal de La Encarnación, un paraje lleno de belleza natural y de riqueza patrimonial, encontrándose en el lugar, desde yacimientos ibero romanos hasta restos almohades, pasando por su ermita del S. XVI.
Ermita de La Encarnación (S. XVI)
En el lugar de la Ermita de La Encarnación, se construyeron dos templos romanos durante los siglos II y I a. C., siendo de los más antiguos de la Hispania romana. Uno de los templos es de orden jónico con una ancha sala principal con columnas estriadas. El otro es de dimensiones más pequeñas, también de orden jónico, sobre el cual se levantaron los muros de la ermita.
Ermita de La Encarnación
Los restos de los templos romanos son identificados en el S. XVIII, como restos de la antigua localidad de Asso, topónimo que aparece en las Tablas de Ptolomeo.
Restos romanos en los alrededores de la ermita
En el S. XIX, Ceá Bermudez describe los restos de los templos, las sepulturas, columnas y demás restos arqueológicos romanos del paraje caravaqueño del Arrabal de La Encarnación.
La ermita está rodeada de un inmenso bosque de coníferas, a los pies de la Sierra de las Cabras, donde el verde de los pinos se funde con el azul del cielo mediterráneo.
Sierra de las Cabras
La construcción del santuario necesitaba gran cantidad de piedra y su extracción se realizó en las canteras romanas próximas a los templos, entre la espesura del bosque.
Canteras romanas
Se utilizaron las mismas técnicas extractivas que emplearon los romanos. Los romanos realizaron varias catas a cielo abierto, abriendo dos canteras en las proximidades de la ermita. La de mayor dimensión se localiza a escasos cien metros de la ermita y proporcionó toda la piedra necesaria para su construcción.
Canteras romanas
Cerca de la Ermita de La Encarnación se encuentra el Estrecho de las Cuevas, un paraje natural, donde el río Quípar discurre por un cañón repleto de cuevas, muchas de ellas habitadas desde la cultura Argar.
La vegetación de ribera añade más belleza al paraje, con sus chopos, álamos y fresnos.
Ribera del río Quípar
En el Estrecho de las Cuevas se levanta una fortificación singular almohade, la llamada Cueva Castillo del Rey Moro, construida a finales del S. XII o principios del S. XIII.
La fortaleza está situada estratégicamente en el antiguo camino de Caravaca de la Cruz a Granada.
Cueva Castillo del Rey Moro
La fortificación se alza a quince metros de altura sobre el río Quípar, cerrando el muro una de las cuevas del estrecho. La parte superior del muro está coronada por almenas, presentando además saeteras.
Cueva Castillo del Rey Moro
Entre el cerro de la Ermita de La Encarnación y el Estrecho de las Cuevas, encontramos un yacimiento arqueológico de la cultura argárica (La Placica) y yacimientos de la época ibérica como el de Villaricos y el de los Villares.
El poblado fortificado de los Villares está cercano a la ermita, tras atravesar el barranco de la Virgen.
Yacimiento de los Villares
Tras visitar los monumentos del Arrabal de La Encarnación, recomiendo un buen tapeo en el Casón de los Reyes de Caravaca de la Cruz, donde se puede degustar las migas, la ensalada de pimientos con cebolla, el queso de cabra frito con confitura o la famosa «torta torrá de oreja».
Tan suculentas tapas caravaqueñas se pueden acompañar del vino de la zona con D. O. Bullas, ya conocidos en la época romana, cuya producción abarca las poblaciones de Bullas, Caravaca, Mula, Cehegín, Lorca, Calasparra, Moratalla y Ricote.
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