En el Campo de Tabernas de Almería, nos encontramos la villa de Lucainena de las Torres, que desde hace unos años forma parte de la red de los pueblos más bonitos de España.
Calle Real
Se encuentran vestigios del periodo hispano romano, en restos de algunas villas en las que habitaba un «Lucanius», de donde deriva el nombre de la población. En tiempos de los árabes se llamó Locaynena, adscrita a la Cora de Bayyana, siendo entregada a los Reyes Católicos en 1488.
Calle Real
Tras la Reconquista, la villa se rodeó de murallas y de seis torres de vigía que guardaban la Torre central, siendo denominada Lucainena de las Siete Torres.
Torre vigía
Tras la expulsión de los moriscos en 1570, la villa quedó despoblada, siendo saqueada posteriormente por incursiones de los piratas berberiscos.
Iglesia de Santa María
Sobre la antigua mezquita se levantó en el S. XVII, la Iglesia de Santa María, aunque la patrona es la Virgen de Montesión.
Calle Francisco Ayala
Con el auge de la minería de hierro y plomo, la población alcanzó su mayor número de habitantes en el año 1900 y esplendor económico.
Plaza del Ayuntamiento
Frente a la iglesia encontramos el mirador denominado «El Poyo de la Cruz», con magníficas panorámicas del pueblo y de las tierras áridas del Sureste.
Mirador «El Poyo de la Cruz»
La arquitectura popular destaca por sus casas cúbicas, encaladas, en un entramado de calles estrechas y tortuosas, legado del pasado andalusí, y que hoy en día están adornadas con plantas y flores de mil colores.
Calle Estación
Sobre la estructura de un ferrocarril de 36 Km. que unía las minas de Lucainena de la Torres, con Agua Amarga, en la costa mediterránea, se ha construido una Vía Verde, para recorrer la comarca a pie o en bicicleta.
Ayuntamiento de Lucainena de las Torres
Los ocho hornos de fundición donde se calcinaba el mineral de hierro son visitables, encontrando en sus escombreras mineral de hierro y piritas de cobre.
Calle Francisco Ayala
En la gastronomía de la villa destaca la olla de trigo, el gazpachuelo, la sopa de ajo almeriense, el pimentón o caldo colorado y los gurullos.
Los platos pueden acompañarse con los Vinos del Desierto de Almería.
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