En la comarca de la Hoya de Huesca, entre el Somontano y el Pirineo oscense, se encuentra la pintoresca localidad de Agüero, a los pies de los Mallos.
Agüero
El valle está cerrado por los Mallos de Agüero, similares a los cercanos Mallos de Riglos, consistentes en conglomerados de arcilla y arena rojizos, cementados con material calcáreo, de la era Terciaria.
Agüero
La Iglesia del Salvador (S. XII), de estilo románico, preside el centro de la población, destacando el lado norte con el pórtico decorado con el Pantocrátor rodeado por el Tetramorfos.
Iglesia del Salvador
Los primeros datos de la población datan de la época de la Reconquista, y como curiosidad histórica señalar que la reina Berta (viuda de Pedro I de Aragón) gobernó el «Reino de los Mallos», que incluía Murillo, Riglos, Marcuello y Ayerbe.
Iglesia de Santiago
En las afueras de la villa se encuentra la Iglesia de Santiago, una joya del románico aragonés, situándose en una colina con magníficas vistas a la localidad.
Ábsides de la Iglesia de Santiago
Destacan los tres ábsides de la Iglesia de Santiago (S. XII), siendo denominado el desconocido escultor de los frisos y capiteles, como el «Maestro de Agüero».
Capiteles de la Iglesia de Santiago
La portada de la iglesia, ostenta un tímpano con la Adoración de los Magos. La iglesia está inconclusa y pese a ello es de gran belleza.
Iglesia de Santiago
Los trabajos escultóricos del templo se asemejan a los vecinos de San Juan de la Peña y San Pedro del Viejo.
El gran número de marcas de cantero hace pensar en el elevado número de operarios implicados en la obra.
Agüero
Desde Agüero se puede visitar la vecina localidad de Riglos, famosa por su Mallos de Riglos, alcanzando su altura máxima en el denominado Pisón (275 m. de altura), y que son un gran atractivo para los amantes de la escalada.
Riglos
Los Mallos son debidos a la elevación de los Pirineos durante la formación de estos, originando estas formaciones verticales, que enmarcan al pequeño pueblo de Riglos.
Riglos
La gastronomía de Agüero destaca por sus carnes, tanto de vaca como cordero, sin olvidar las aves como la gallina asada, la oca rellena o el pollo al chilindrón.
Los vinos D. O. Somontano, de la tierra oscense, acompañan tan contundentes platos cárnicos.
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