La Vall de Boí (Lleida)

27 10 2011

En la comarca ilerdense de L’Alta Ribagorça se encuentra La Vall de Boí, en torna al río Noguera de Tor, un valle precioso por su paisaje pirinaico y sobre todo por el rico patrimonio de sus iglesias románicas, declaradas por la UNESCO, Patrimonio de la Humanidad.

Nueve son las joyas románicas de este valle, localizándose la primera a la entrada del valle en la población de Còll.

La iglesia de L’Assumpció de Còll del S. XII – XIII, destaca por su pórtico, el crismón y los capiteles esculpidos con escenas de luchas entre animales y hombres.

Iglesia de L’Assumpció de Còll

La iglesia de una sola nave pose un sólo ábside semicircular, contando los laterales con dos capillas, una románica y otra posterior de estilo gótico, base del campanario. Un elemento característico de esta iglasia es la de poseer la sillería de mayor tamaño de las iglesias de La Vall de Boí.

Ábside y torre de la iglesia de L’Assumpció de Còll

Tras dejar Cóll, nos encontramos con la localidad de Cardet con sus casas colgadas  de la pendiente de la montaña, a casi 1.200 m. de altitud, sobresaliendo la iglesia de Santa María, con su bello ábside semicircular de estilo lombardo, como el del resto de las iglesias del valle. Dado su emplazamiento se edificó con dos plantas, siendo la única iglesia que posee una cripta en su interior.

Iglesia de Santa María de Cardet

Como consecuencia de las restauraciones en la etapa barroca, el campanario es sustituido por una espadaña, con doble arco con campanas. El ábside destaca por sus arquillos ciegos y leseñas.

Portal de entrada y espadaña de Santa María de Cardet

Barruera es la cabecera de La Vall de Boí, siendo denominada en la antigüedad como Vallis-Orcera, por la alta concentración de osos. A la entrada de la población encontramos la iglesia de Sant Feliu con elementos románicos del S. XI y XII.

Iglesia de Sant Feliu de Barruera

En el doble ábside  de la iglesia se pueden observar lor arquillos ciegos y las leseñas de estilo lombardo del S. XI, de los sillares de diferente tamaño del S. XII y sin decoración exterior.

Iglesia de Sant Feliu de Barruera

A escasos metros de la iglesia de Sant Feliu de Barruera se encuentra el desvio a la localidad de Durro que cuenta con dos monumentos religiosos, la iglesia de la Nativitat y la ermita de Sant Quirç.

La iglesia de la Nativitat de Durro es de grandes proporciones, destacando el campanario, la nave central y el pórtico, habiendo desaparecido los dos ábsides románicos y la capilla lateral por remodelaciones posteriores.

Iglesia de la Nativitat de Durro

Debido a las transformaciones entre los S.XVI y XVIII surgieron dos capillas góticas y una sacristía barroca. En el interior se puede apreciar la imagen románica de Nicodemo que formaba parte del Descendimiento de la Cruz, así como el retablo barroco del altar.

Retablo de La Nativitat 

A 1.500 m. de altitud, dominando La Vall de Boí y la población de Durro, se alza la ermita de Sant Quirç, del S. XII con aportaciones posteriores barrrocas. 

Ermita de Sant Quirç

La pequeña nave con bóveda de cañón posee un ábside semicircular, estando rematada por una espadaña de doble arco. En su interior destacan las imágenes góticas de Sant Quirç y Santa Julita.

Ermita de Sant Quirç

Descendemos de nuevo al valle para continuar hasta Erill la Vall, destacando por encima de los tejados de las casas el esbelto campanario de la iglesia de Santa Eulàlia. La torre de planta cuadrada posee seis pisos de altura de estilo lombardo, con sus arquillos ciegos y los frisos en diente de sierra.

Iglesia de Santa Eulàlia de Erill la Vall 

En el interior de la iglesia encontramos una copia del grupo escultórico del Descendimiento de la Cruz, estando repartido el original entre el Museu Episcopal de Vic y el Museu Nacional d’Art de Catalunya de Barcelona.

Torre de Santa Eulàlia de Erill la Vall

En Boí encontramos la iglesia de Sant Joan del S.XI, de planta basilical con un ábside central rectangular y dos pequeños laterales semicirculares.

Iglesia de Sant Joan de Boí 

Destacan sus pinturas murales del interior de la nave, con escenas de la lapidación de San Esteban, el Bestiario o los Juglares.

Pintura mural de Sant Joan de Boí

Finalmente llegamos al fondo del valle, donde la localidad de Taüll guarda el tesoro artístico del valle, con sus dos impresionantes iglesias, la de Sant Climent y la de Santa María.

La iglesia de Sant Climent de Taüll es el prototipo de iglesia románica de planta basilical y fue consagrada el 10 de diciembre de 1123 po Ramón Guillem. La iglesia destaca exteriormente por su campanario de seis plantas con ventanas geminadas, salvo en el primer piso con una y el tercero con tres. La planta consta de tres naves con tres ábsides.

Iglesia de Sant Climent de Taüll

En el interior destaca el Pantocrátor, simbolo emblemático del románico catalán, reproducido en miles y miles de libros del arte medieval. Representa al Todopoderoso, en actitud de bendecir, rodeado por los cuatro apóstoles, San Marcos, San Mateo, San Juan y San Lucas. 

La imagen del Pantocrátor se encuentra metida en una mandorla perlada, destancando la frase del libro abierto «Ego sum lux mundi» (Yo soy la luz del mundo).

Pantocrátor de Sant Climent de Taüll

En el centro de Taüll encontramos la iglesia de Santa María, consagrada un día después de la de San Climent, lo que muestra el poderio de los señores de Erill en La Vall de Boí a principios del S.XII. También es de planta basilical con tres naves y tres ábsides.

Iglesia de Santa María de Taüll 

En su interior destacan las pinturas murales y en su ábside la imagen de la Virgen con el Niño y la Adoración de los Reyes Magos, mientras en la franja inferior, se representa el Colegio Apostólico.

Pintura del ábside de Santa María de Taüll

Muchas son las iglesias románicas a visitar por lo que recomiendo dividir la visita entre una mañana y una tarde, descansando al mediodía para degustar la gastronomía del valle, a base de ensalada de montaña, tortilla de «moixarrons», arroz a la cazuela con conejo y senderuelas, sopa de pastor con tomillo y carnes de vacuno.

Para acompañar los platos se deben probar los vinos de la provincia de Lleida «Costers del Segre», desconocidos para la mayoria de los viajeros.