A orillas del río Zidacos en el corazón de Navarra se encuentra la villa de Olite, entre la ribera y la montaña, siendo la capital de una de las cinco merindades del viejo Reino de Navarra, llegando a ser sede de la corte real.
En la «Historia de regibus gothorum» de San Isidoro se puede leer la primera referencia escrita de Olite, según la cual el rey godo Suitila fundó Oligicus en el año 621. En la Baja Edad Media se inició el esplendor de la villa, comenzando el rey Carlos III «El Noble» y su esposa, Leonor de Trastámara, la construcción del Palacio Real.
Palacio de los Reyes de Navarra
El Palacio Real tiene sus orígenes en el «praesidium» romano siendo una obra ecléctica al gusto cortesano de la Baja Edad Media. La influencia francesa se aprecia en la proliferación de torres, miradores y chimeneas con tejado de plomo. Destaca en su interior la Galería de la Reina.
Galería de la Reina
Cerca del Palacio Real se encuentra el Palacio Viejo o de los Teobaldos, fortaleza del recinto primitivo romano que fue reutilizado por los monarcas navarros como palacio. La ciudad conserva parte de lienzos y cubos de la muralla romana y medieval.
La Torre del Chapitel o Torre del Reloj da acceso a la Plaza de Carlos III, centro neurálgico con el Ayuntamiento. La Iglesia de San Pedro Apóstol es un bello ejemplo del románico destacando el claustro y la esbelta torre posterior de estilo gótico.
La Iglesia de Santa María la Real destaca por su espléndida portada gótica de gran riqueza iconográfica (S. XV). En su interior encontramos el retablo renacentista de Pedro Aponte y una imágen gótica del crucificado.
Portada de Santa María la Real
Los Monasterios de San Francisco y de Santa Engracia y la Ermita de Santa Brígida completan el patrimonio histórico de Olite.
En Casa Zanito se puede degustar el bacalao en carpaccio, las alubias verdes con crujiente de papade y cigalita, la terrina de morro y carrillera de ternera o la merluza dos salsas de hongo y trufa.
Los vinos de la D. O. Navarra son los caldos apropiados para acompañar tan suculentos manjares.
Durante el mes de agosto las calles se engalanan con pendones para celebrar un mercado medieval que atrae a miles de turistas.
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