Hervás es un municipio cacereño enclavado en el Valle del Ambroz. Los orígenes se remontan al siglo XII, en el trayecto de la Vía de la Plata.
Durante la Reconquista, la Orden del Temple levantó en Hervás un Castillo, perteneciente a Béjar y, una y otra, dependían del señorío de los Zúñiga, Duques de Béjar, hasta que en el año 1816, el rey Fernando VII la declara Villa Libre.
En el siglo XV se estableció una importante comunidad hebrea junto al Río Ambroz, fundándose con el patronazgo de San Gervasio y San Protasio, que darían nombre al pueblo.
La comunidad judía que residió en Hervás, antes del edicto de expulsión de los Reyes Católicos en 1492, estaba formada por unas 45 familias, sin rango de aljama.
El barrio está situado en las afueras del núcleo urbano, en la zona más desnivelada de la localidad. Las casas alcanzan bastante altura, de dos y tres plantas, la más alta en saledizo.
El entramado de madera, generalmente de castaño, el ladrillo y el tapial, junto con las tejas o tablones laterales, son los elementos constructivos característicos de la judería.
El Barrio Judío se extiende desde la plaza, lugar de encuentro de cristiano y judíos, hasta el río Ambroz y la Fuente Chiquita. De la herencia judía se conservan los nombres de las calles Sinagoga, Rabilero o Cofradía.
Cada verano el Barrio Judío de Hervás se convierte en el escenario para representar un espectáculo teatralizado, en el marco de las fiestas de “Los Conversos”, y en el se puede conocer la cultura y gastronomía sefardí.
La iglesia de Santa María y la de San Juan Bautista se encuentran en el centro histórico, entre casas medievales coronadas por sus blasones.
La iglesia de Santa María (Siglo XIII) se encuentra situada en la zona más elevada de Hervás, con un espléndido mirador donde descubrir las más bellas panorámicas del casco urbano y la sierra.
El palacio de los Dávila de estilo barroco alberga el museo del escultor Enrique Pérez Comendador, mientras que el Ayuntamiento ocupa la antigua enfermería del monasterio franciscano de la Bien Parada (Siglo XVIII).
Entre los platos típicos de la gastronomía local destacan la chanfaina, la caldereta, las patatas en escabeche, las migas y los dulces conventuales artesanales (las perrunillas, las floretas, los pestiños o los mantecados).
Los vinos de la Tierra de Extremadura pueden acompañar los platos del Valle del Ambroz.
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