En la comarca de Osona, en pleno corazón de las montañas de Collsacabra, se encuentra este municipio resultado de la fusión de dos poblaciones en 1977, el núcleo mayor de Rupit y el pequeño Pruit.
El casco antiguo de Rupit conserva sus casas de piedra del siglo XVI al XVIII, muchas de las cuales tienen estampado aún el nombre de sus fundadores.
Sus vistosos portales y entradas armonizan con sus escudos y balcones de madera tallada, como los de la preciosa calle del Fossar.
En Pruit destaca la iglesia de Sant Andreu, que cuenta con un cuerpo románico del siglo XII y un campanario renacentista del siglo XVIII hecho de piedra picada.
La iglesia de Sant Miquel Arcángel de Rupit, del siglo XVII, es de estilo barroco con elementos neoclásicos, y está coronada con un arco de piedra y cinco columnas cónicas.
Desde la Ermita de Santa Magdalena, a un kilómetro de Rupit, se visualiza la estampa idílica de la población.
La iglesia de Sant Joan de Fábregues se encuentra en el camino de Rupit a Mas del Pendís, siendo de estilo románico con tres ábsides en forma de trébol.
Entre los parajes naturales de la zona destaca el salto de agua del Sallent, que ostenta el título de ser el mayor de Catalunya, con una caída de más de 100 metros.
Entre los rincones de Rupit destaca la Plaçeta del Bisbe Font, el carrer Barbacana, el carrer del Manyà o el carrer de l’Esglèsia, además del carrer del Fossar.
La ermita de San Llorenç Dosmunts, románica del Siglo XII, se encuentra cerca de Pruit, escondida entre el bosque y los campos de labor.
La gastronomía se caracteriza la elaboración de platos con carne de caza y de cerdo. Son típicos los embutidos, como la longaniza, la butifarra o los «bulls», son muy apreciados. Otros productos de la tierra para elaborar platos locales son la trufa, la patata del bufet y las judías de Collsacabra.
Los vinos con D. O. Penedés son los apropiados para degustar la rica gastronomía local.
La Ciudad Autónoma de Ceuta esta situada en la península Tingitana, en la orilla africana del Estrecho de Gibraltar, al norte de Marruecos.
En su pequeño territorio conviven ciudadanos de diferentes religiones, la cristiana, la musulmana, la judía y en menor medida, la hindú.
En el siglo VII a. C. se produjeron asentamientos fenicios en el promontorio de la catedral y fundaron la ciudad con el nombre de «Abyla». Después fue ocupada por los griegos que la renombraron como «Hepta Adelphoi».
La Catedral de Ceuta bajo la advocación de la Asunción de la Virgen, fue construida sobre una mezquita árabe construida durante el periodo musulmán (711-1415).
En 319 a. C., Cartago se adueñó de la ciudad, que pasaría a ser un dominio púnico. En 201 a. C., con la rendición de Cartago al final de la Segunda Guerra Púnica, la ciudad es cedida al Reino de Numidia.
En el año 40 d. C., Calígula se anexiona el reino, que formará parte del Imperio Romano.
Tras cuatro siglos de dominación romana, la ciudad cae en 429 en poder de los vándalos, liderados por su rey Genserico, hasta que en el año 534, el general bizantino Belisario reconquista «Septem» en las campañas en el norte de África.
En 709 el conde Julián de Ceuta cambia de lealtades por el Califato Omeya, siendo una de las causas de la derrota en 711 del reino visigodo.
En 788, fue invadida por el emirato Idrisí y en 931, el califa omeya Abderramán III conquista la ciudad para el califato hispano.
En 1415, el rey Juan I de Portugal, emprende en la zona la primera aventura ultramarina de ese país europeo. El 21 de agosto de ese año desembarcan en las actuales playas de San Amaro, salen victoriosos de la Batalla de Ceuta y conquistan la ciudad.
Tras la muerte del rey Sebastián I de Portugal en 1578, el Reino de Portugal tras una crisis sucesoria se incorporó a la Monarquía Hispánica en 1580. En 1640 Ceuta no sigue a Portugal en su secesión, prefiriendo mantenerse bajo la soberanía de Felipe IV, pero decide mantener las armas de Portugal en su escudo y en su bandera.
En 1656 se concede a la ciudad Carta de Naturaleza y añade el título de Fidelísima a los que ya ostentaba de Noble y Leal. En 1668 el «Tratado de Lisboa» firmado entre España y Portugal reconoce la soberanía española sobre Ceuta.
Las Murallas Reales de la época árabe, acogen una de las sedes del Museo de la Ciudad, en el llamado Revellín de San Ignacio.Se completan con unas galerías subterráneas, excavadas para la defensa de la ciudad y la Puerta de la Ribera con el escudo de Portugal.
El Palacio de la Asamblea de Ceuta fue inaugurado el 6 de octubre de 1927 por Alfonso XIII y Victoria Eugenia de Battenberg.
La gastronomía ceutí está influenciada por la árabe y andaluza. Destaca principalmente por sus mariscos y sus pescados. También son característicos los pinchos morunos y los bocadillos denominados «camperos», hechos con pan moruno, a los que se le suele añadir pinchos de pollo o ternera.
Los vinos de la cercana Cádiz con denominación de Vinos de la Tierra de Cádiz, acompañan los productos del mar Mediterráneo.
Villanueva de los Infantes se encuentra en el centro geográfico del Campo de Montiel (Ciudad Real), albergando uno de los centros monumentales del Renacimiento y Barroco más preciosos de La Mancha.
El poblamiento de Villanueva de los Infantes parece derivar de la confluencia de las poblaciones medievales de La Moraleja, Jamila y el Castillo de Peñaflor.
La Moraleja triplicó en población a Montiel y, por esa razón, el maestre de Santiago e infante de Aragón, Don Enrique, vio necesario hacer a la villa independiente, concediéndole jurisdicción y sello propios, el 10 de febrero de 1421.
En agradecimiento hacia él y sus hermanos (los Infantes de Aragón D. Alonso, D. Juan y D. Pedro) La Moraleja cambió su nombre y pasó a llamarse Villanueva de los Infantes.
Fue declarada Conjunto Histórico Artístico y en 2004 considerada «El lugar de la Mancha» de Don Quijote por un equipo de la Universidad Complutense.
La Plaza Mayor está presidida por la Iglesia de San Andrés con su fachada de estilo clasicista herreriano, con un arco de medio punto que cobija la imagen de San Andrés y el escudo de los Austrias, debida a Francisco Cano.
En el interior se aprecia una sola nave de estilo gótico dividida en tramos cubiertos por bóvedas de crucería. Destaca el púlpito, obra plateresca del siglo XVI, así como las portadas norte y oeste realizadas por Francisco Luna, suegro de Andrés de Vandelvira.
En la cripta de la capilla de los Bustos fue enterrado Francisco de Quevedo y Villegas en 1645. La iglesia se completa con el Museo de Santo Tomás de Villanueva y el órgano victoriano más grande de España.
La Alhóndiga es un edificio del Siglo XVI destinado a casa de contratación, siendo cárcel en 1719. En su patio interior se aprecian las inscripciones de los presos en sus columnas.
La Casa del Arco es un edificio neoclásico del Siglo XVII con un portal de piedra con columnas jónicas y un gran arco que recuerda la fachada neoclásica de San Andrés.
En el Convento de Santo Domingo se conserva la celda donde falleció Francisco de Quevedo y Villegas el 8 de septiembre de 1645.
La Casa de Rueda del Siglo XVII es un ejemplo de casa solariega manchega con su patio interior típico.
La Casa del Caballero del Verde Gabán es la que inspira a Cervantes para describirla en el capítulo XVIII de la segunda parte del Quijote.
La Casa Cuartel de los Caballeros de Santiago posee una leyenda que dice “Casa del Insigne e Real Convento de Uclés Cabeza del Orden de Santiago”. Destaca su portada adintelada y almohadillada.
La Casa de los Estudios con su precioso patio con pilares es un antiguo colegio menor donde impartió sus enseñanzas Bartolomé Jiménez Patón, insigne gramático, maestro de Humanidades y Retórica, que fue amigo de Francisco de Quevedo.
Otros monumentos de Villanueva de los Infantes son el Palacio de Melgarejo, la Casa de la Pirra, el Palacio de los Ballesteros o la Casa de Don Manolito.
En sus alrededores destaca el Santuario de Nuestra Señora de la Antigua, el Puente Romano y el yacimiento de Jamila.
La gastronomía local se basa en la caza menor, desde la perdiz en escabeche a la liebre con arroz, sin olvidar los platos típicos manchegos como las migas, las gachas, los galianos o los duelos y quebrantos.
Entre los dulces destacan los enaceitados, mantecados y los famosos «alfonsinos», que toman su nombre del rey Alfonso XIII.
Los vinos D. O. La Mancha del Campo de Montiel son perfectos para degustar su gastronomía.
En la Costa del Sol Occidental se encuentra Casares, prototipo del pueblo blanco con calles estrechas, empinadas y sinuosas, con sus casas cúbicas sobre la ladera de la montaña.
El origen de Casares se remonta a los tiempos de los íberos y fenicios. En su término se encuentran tres aras con inscripciones, que corresponde íntegramente a la ciudad de Lacipo. En el año 61 a. C., Julio César, de quien se deriva el nombre de la ciudad, utilizó los famosos baños de la Hedionda, para curarse con sus aguas sulfurosas la enfermedad hepática que padecía.
En el siglo X, durante la época califal se sitúa en la Cora de al-Yazírat. En el siglo XI se trata de un lugar importante para la cultura de los Almorávides. En 1361 se produce el «Pacto de Casares», entre el rey Pedro I y Mohamed V, para que este recupere el trono del reino nazarí de Granada.
En 1485 se entrega a Rodrigo Ponce de León, el señorío de Casares, al que pertenecían Casares y sus pedanías, Jubrique y Genalguacil.
Durante el levantamiento morisco contra Felipe II en 1570, muere el adalid Mohammad al-Fahres, produciéndose la expulsión de los moriscos, con la consiguiente despoblación del territorio.
Durante los siglos XVI y XVII, Casares produce cereales, caña de azúcar y moreras para la producción de seda. De esta época datan la antigua Iglesia de la Encarnación y la ermita de la Vera Cruz, localizadas en el Castillo, el Convento Franciscano que es ahora la Iglesia de la Encarnación, la Iglesia de San Sebastián y el Convento de Santa Catalina.
La antigua iglesia de la Encarnación, situada junto al Castillo, fue construida en el S.XVI, sobre la antigua fortaleza árabe del S.XIII, presentando tres naves separadas por arcos de medio punto apeado sobre pilares, con una torre de estilo mudéjar.
De la muralla se conservan dos arcos, el Arco de la Villa y el Arco del Arrabal. El “Arco de la Villa” se abre en el interior de una torre de planta cuadrada, formando un pasadizo acodado. Una segunda puerta se abre en el ángulo norte de la muralla; puerta que daba acceso al arrabal, y que es conocida como el “Arco del Arrabal”.
La Ermita de San Sebastián (siglo XVII) situada en la Plaza de España, alberga en su interior la imagen de Ntra. Sra. del Rosario del Campo, patrona de Casares.
Los alrededores de la Sierra Bermeja está plagada de rutas senderistas entre bosques de pinsapos, encinas y alcornoques.
Sierra Bermeja es un macizo montañoso cuya peculiaridad es su origen volcánico, que recibe su nombre del color rojizo (o bermejo) de las peridotitas. Félix Haenseler y Edmond Boissier descubrieron para la ciencia en 1837 el pinsapo, un abeto endémico único en el mundo que forma bosques en la cima de Los Reales de Sierra Bermeja y El Puerto de la Mujer.
Casares cuenta con cuatro playas en su litoral, la Playa de la Sal, Piedra Paloma, Playa Chica y Playa Ancha.
De la gastronomía local destaca el cabrito, frito, asado, en chuletitas, morcilla, etc. o el popular puchero con pringá de matanza. También se elaboran quesos de cabra payoya.
Los vinos D. O. Málaga son los ideales para acompañar los platos de este bello pueblo blanco andaluz.
Candeleda está situada en el suroeste de la Sierra de Gredos, con sus cumbres del sur del circo, entre las que se encuentran el pico del Gutre, el Almanzor (la cima más alta del Sistema Central) o el Peñón del Casquerazo.
Los visigodos se establecieron en la zona del valle del Tiétar tras el fin de la dominación romana, encontrándose en la ermita de Postoloboso, elementos y estilo de construcción visigoda post romana.
Hasta la conquista de Toledo en 1085, el valle del Tiétar perteneció al distrito islámico de Talavera, conformando el Sistema Central una frontera natural que se mantuvo durante cierto tiempo entre los reinos cristianos y musulmanes después de la desintegración del califato en el año 1031.
El verdadero arranque demográfico de la repoblación y la fundación de la mayoría de los núcleos de la parte meridional del alfoz de Ávila se dio a partir de 1212, con la victoria cristiana en la Batalla de las Navas de Tolosa.
La «Casa de las Flores», en la Plaza Mayor, alberga el Museo del Juguete de Hojalata con más de 2000 piezas.
En la Plaza Mayor se ubica el Ayuntamiento. En 1911 comenzaron las obras de reparación de la antigua casa consistorial, que a finales del siglo XIX se encontraba en pésimo estado de conservación.
El puente del Puerto es de origen medieval y es también conocido con el nombre de «Puente Viejo». Se encuentra situado fuera de la localidad, en la «Trocha Real», una antigua senda trashumante que asciende hasta el puerto de Candeleda.
La iglesia parroquial, de estilo gótico, data del siglo XV, destacando su vestíbulo en forma de bóveda de cañón y el ábside de la capilla mayor.
La ermita de San Blas o del Cristo de la Cañada, está situada en el parque de la Mesta, fue remodelada en el siglo XVIII.
El castro de El Raso es un asentamiento vetón situado en el municipio, concretamente en una zona denominada «El Freíllo», consta de varios recintos amurallados.
Entre los platos tradicionales candeledanos hay que citar también el «magro con pimientos» (carne de cerdo con pimientos cornicabra que le dan un sabor y un aroma único e inconfundible) y el «tasajo» (carne de cabra desecada y aderezada con pimentón).
Los vinos abulenses con D. O. Cebreros son ideales para compartir con los platos de la gastronomía local.
Hervás es un municipio cacereño enclavado en el Valle del Ambroz. Los orígenes se remontan al siglo XII, en el trayecto de la Vía de la Plata.
Durante la Reconquista, la Orden del Temple levantó en Hervás un Castillo, perteneciente a Béjar y, una y otra, dependían del señorío de los Zúñiga, Duques de Béjar, hasta que en el año 1816, el rey Fernando VII la declara Villa Libre.
En el siglo XV se estableció una importante comunidad hebrea junto al Río Ambroz, fundándose con el patronazgo de San Gervasio y San Protasio, que darían nombre al pueblo.
La comunidad judía que residió en Hervás, antes del edicto de expulsión de los Reyes Católicos en 1492, estaba formada por unas 45 familias, sin rango de aljama.
El barrio está situado en las afueras del núcleo urbano, en la zona más desnivelada de la localidad. Las casas alcanzan bastante altura, de dos y tres plantas, la más alta en saledizo.
El entramado de madera, generalmente de castaño, el ladrillo y el tapial, junto con las tejas o tablones laterales, son los elementos constructivos característicos de la judería.
El Barrio Judío se extiende desde la plaza, lugar de encuentro de cristiano y judíos, hasta el río Ambroz y la Fuente Chiquita. De la herencia judía se conservan los nombres de las calles Sinagoga, Rabilero o Cofradía.
Cada verano el Barrio Judío de Hervás se convierte en el escenario para representar un espectáculo teatralizado, en el marco de las fiestas de “Los Conversos”, y en el se puede conocer la cultura y gastronomía sefardí.
La iglesia de Santa María y la de San Juan Bautista se encuentran en el centro histórico, entre casas medievales coronadas por sus blasones.
La iglesia de Santa María (Siglo XIII) se encuentra situada en la zona más elevada de Hervás, con un espléndido mirador donde descubrir las más bellas panorámicas del casco urbano y la sierra.
El palacio de los Dávila de estilo barroco alberga el museo del escultor Enrique Pérez Comendador, mientras que el Ayuntamiento ocupa la antigua enfermería del monasterio franciscano de la Bien Parada (Siglo XVIII).
Entre los platos típicos de la gastronomía local destacan la chanfaina, la caldereta, las patatas en escabeche, las migas y los dulces conventuales artesanales (las perrunillas, las floretas, los pestiños o los mantecados).
Los vinos de la Tierra de Extremadura pueden acompañar los platos del Valle del Ambroz.
El estadista Pascual Madoz situaba El Cuervo «entre dos montes escabrosos», con «clima sano y templado», en las estribaciones de la Serranía de Albarracín. La población se halla en una vaguada, entre las laderas del Castillo y otro cerro alomando.
La historia de la localidad se remonta a la Baja Edad Media, su nombre ya aparece en el «Pacto de Daroca» (1142), suscrito entre Ramón Berenguer IV y los maestres del Temple y el Hospital, por el que éstos renunciaban a sus derechos en relación con el testamento de Alfonso I el Batallador.
La iglesia de Nuestra Señora de la Asunción fue construida en los siglos XVII – XVIII, y cuenta con una torre campanario del siglo XVI.
Los restos del Castillo se sitúan sobre un cerro rocoso al este de la población. En época musulmana formaba parte de una línea defensiva entre Albarracín y Valencia.
Un olmo monumental ubicado en la Plazuela del Horno preside el centro del pueblo. Hubo dos árboles, uno se secó y hubo que talarlo. Al que queda se la calcula una edad de 250-300 años, por lo que bien pudo ser uno de los que mandó plantar el rey Carlos III (1716-1788) en las plazas de los pueblos de España, «representando con su poderosa imagen la fuerza de un pueblo unido, enraizado a la tierra en la que vive».
El mayor atractivo de El Cuervo es su naturaleza con el «sendero botánico» y el paraje natural de los Estrechos del Ebrón entre la población y la vecina localidad de Tormón.El Río Ebrón es un afluente del Río Túria.
El sendero botánico discurre entre El Cuervo y los Estrechos del Ebrón, encontrando gran variedad de árboles como el saúco, los chopos negros, el avellano, el nogal, el cerezo, el almez, la higuera, el manzano y el peral, entre otros árboles y frutales.
En los Estrechos del Río Ebrón destacan los parajes de el «Pozo de la Olla» y los «Estrechos del Cañamar», debido a la angostura del cauce, que discurre entre enormes farallones rocosos.
Tras los estrechos la ruta senderista se suaviza antes del camino ascendente en dirección al pueblo turolense de Tormón.
Poco antes de llegar a Tormón nos espera otra joya de la naturaleza, la «Cascada de Calicanto», un salto de 15 metros, donde el agua cae por diversas chorreras.
En poco más de un kilometro, tras la cascada encontramos la pequeña población de Tormón, con menos de 30 habitantes en su censo.
La ruta de vuelta a El Cuervo puede hacerse dando un rodeo por carretera pasando por la población de Alobras o volver sobre los pasos que es lo recomendable, disfrutando de la naturaleza.
Entre los platos típicos de El Cuervo figuran las gachas, la «enjundia» (la manteca del cerdo se pone en sal, se enrolla y se cuelga hasta que se seca y después se queda rancia. Se utilizaba para echar en el cocido a trozos, haciendo el papel del aceite y dar sabor a las comidas), el potaje de alubias rojas y carne o el «Perol de Semana Santa» (se fríen rebozados en harina unos trozos de bacalao, previamente desalado. Así mismo preparan unas albóndigas compuestas por bacalao desmigado, pan rallado, ajo , perejil y huevo, pasadas con harina y fritas. Se coloca en una cazuela de barro el bacalao frito, encima las “pelotas” y en el mismo aceite se vuelve a freír bastante cebolla que se incorpora a la cazuela, añadiendo un poco de agua para cocerlo todo junto. Cuando ya está cocido se añade un huevo por cada persona y cuando éstos se cuajan, se añade una picada de ajo y perejil por encima).
Los vinos aragoneses con D. O. Cariñena maridan con los recios platos de El Cuervo.
Penàguila se extiende desde el Ull del Morro, al oeste, hasta el alto de la Creueta, al este, formando parte de las vertientes septentrionales de la Serra de Aitana, siendo recorrida por el río Frainos.
Su nombre original era Benàguila ( de origen musulmán). Es sabido que en la lengua árabe no existe la letra «P» y al transcribir su nombre paso de Benàguila a Penàguila. Existe un documento relativo al rey Jaume I, fechado en 1269-1270 en que se menciona «Benàguila».
El 8 de abril de 1276, el rey Jaime I prometía a Berenguer de Lacera, alcalde del castillo de Penàguila, repartir las tierras del mismo a los hombres que custodiaran la fortaleza. El 26 de septiembre de 1278, Pedro III otorgaba carta puebla al lugar de Penàguila. En 1338, Pedro el Ceremonioso ordenaba la fortificación del castillo.
Penàguila estaba formada por población mayoritariamente cristiana, por ello el decreto de «expulsión de los moriscos» en 1609, no le supuso un quebranto demográfico de importancia.
A lo largo del pueblo se pueden observar los restos de muralla, así como El Portalet, una de las puertas medievales que daba acceso al recinto amurallado.
La tradición local cuenta que en el día de Santa Lucía, 13 de diciembre, el sol penetra por el Arco de Santa Lucía iluminando parte del pueblo. Además se afirma que esos rayos de sol eran capaces de favorecer la fertilidad y concepción de las mujeres que quedaran expuestas a ellos… leyenda local.
La Iglesia de la Asunción construida en 1790, sustituía a otra más antigua del siglo XIV, de la que se encuentran restos en la zona del órgano. De factura neoclásica, es de planta de cruz latina con tres naves con vueltas de cañón y cúpula sobre conchas en el transepto.
El Jardín de Santos fue hecho durante la segunda mitad del siglo XIX por Joaquín Rico y Soler, terrateniente del pueblo y hombre culto, con grandes conocimientos botánicos y amigo del pintor Cabrera, en una finca rústica que poseía esta familia ya desde finales del siglo XVIII.
Desde 1987 el Jardín de Santos es municipal, tratándose de un precioso jardín botánico con especies como tejos, cedros del Líbano, pinos pinsapo o magnolios, en el cual, entre parterres y miradores, se encuentran un laberinto y un estanque.
Camino de Benifallim se encuentra la Torre Sena, de origen árabe, que servia de protección a la alquería que la circundaba.
Entre los platos típicos de Penàguila tenemos la «Pericana» (mezcla de aceite de oliva, pimientos secos y capellanes), el arroz con conejo, «Les Pebreretes Farçides» (pimientos rellenos de arroz con carne o atún), la Olleta de verduras y la «Borreta» (guiso a base de patatas, bacalao, espinacas y ñora).
Los vinos con D. O. Alicante acompañan los contundentes platos de la gastronomía de Penàguila.
Fuente del Arco se encuentra en las primeras estribaciones de Sierra Morena, muy próximo al límite con la provincia de Sevilla, en la Campiña Sur de Extremadura, donde sus casas encaladas se rodean de extensos olivares.
En 1.241 las hordas de la Orden de Santiago conquistaron Fuente del Arco a los musulmanes convirtiéndolo al cristianismo, pasando a formar parte de la provincia de León de dicha Orden.
La Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción preside el centro de la población pero sin duda la joya de Fuente del Arco es la Ermita de la Virgen de Ara.
La Ermita de la Virgen de Ara se encuentra en la Sierra de la Jayona, sobre el Valle del Ara, ocupando uno de los parajes de hermosura paisajística más destacados del término municipal.
En la arquitectura blanca de la ermita destacan la arquería mudéjar, la cúpula ochavada del camarín barroco, el patio y el atrio delantero.
En si interior destaca la decoración pictórica que cubre por completo los muros y bóvedas. En ella se desarrolla un variado repertorio de escenas bíblicas, cuya estructura evoca la de San Pedro de Roma, por lo que la obra ha sido calificada como «La Capilla Sixtina extremeña».
Cerca de la ermita se ubica la Mina de la Jayona, cuyo origen se inicia con la llegada de los romanos y ha estado en explotación en distintas fases hasta su cierre definitivo en el año 1921.
El Marqués de Bogaraya le vendió el coto minero a la empresa Sociedad Minera de Peñarroya. Su explotación se caracterizó por sus numerosos fraudes en la declaración de la cantidad y calidad del hierro extraído y la intervención final del Estado.
La mina fue muy rentable durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918), pero el descenso de la demanda y los conflictos sociales posteriores provocaron su abandono.
A principios del siglo XX, casi 500 mineros, incluidos mujeres y niños, excavaron la Sierra de la Jayona en las minas «Monstruo» y «Ya te lo decía», para extraer más de 270.000 toneladas de mineral de hierro de las calizas que lo ocultaban.
Desde finales del siglo XX se recuperó para uso recreativo, primero de forma espontánea y después como valor turístico.
La gastronomía de Fuente del Arco destaca por la elaboración de jamones y embutidos. Entres sus platos tradicionales podemos degustar el escabeche de verduras, la caldereta extremeña, las migas y el gazpacho. Los dulces son variados como los roscos, los gañotes o pestiños, el rococó (brazo de gitano), las perrunillas y los melendres.
En el suroeste de la Canal de Navarrés (València) se encuentra la localidad de Anna con múltiples fuentes y ríos de agua procedente del Macizo del Caroche, y que se recogen en el río Sellent.
Los almohades en el siglo XIII levantaron una construcción defensiva para albergar la numerosa población que explotaba sus fértiles tierras, irrigadas por extensa red de canales a partir de la Acequia Madre, que transportaba el agua desde la propia Albufera, donde una presa de escollera almacenaba el agua de sus caudalosos manantiales.
El 22 de septiembre de 1244, Jaime I el Conquistador donó la villa de Anna a la Orden de Santiago en recompensa a la ayuda prestada en el cerco de Biar.
Con los Borja se pasó de Baronía a Condado, edificando Fernando Pujades de Borja sobre los cimientos del castillo árabe una Casa Palacio a comienzos del XVII, que llegará hasta nuestros días con el nombre de Palacio de los Condes de Cervellón.
La expulsión morisca de 1609 repercutirá negativamente en el municipio, quedándose las tierras del señor sin mano de obra para cultivarlas. Es por ello que en 1611 se crea la Primera Carta Puebla donde se establecen las relaciones entre señor y vasallos, los derechos y deberes de ambos.
En 1762, a petición de los vecinos de Anna, la villa queda incorporada a la Corona, librándose del vasallaje del Conde. Ya en 1811, tras la abolición de los señoríos territoriales, la villa quedó agregada al Pardido Judicial de Ayora y desde 1822 al de Enguera.
Desde L’Albufera las aguas se dirigen hacia el pueblo, conformando varios ramales. Uno de ellos discurre por el paraje de L´Assut hasta precipitarse en el Gorgo Gaspar, otros afloran en lavaderos y abrevaderos, mientras que, por el casco antiguo de la villa, la Acequia Madre atraviesa la Avenida del Pantano y la Plaza de la Alameda.
La Ruta de las 3 Cascadas recorre en poco más de dos kilómetros un paraje natural donde encontramos el Gorgo de Gaspar, la Cascada de los Vikingos y la Cascada del Salto.
La Iglesia comenzó a construirse en el siglo XVI y es de planta basilical con capillas laterales y cubierta con bóveda de cañón, en la que destacan sus pinturas murales al temple que datan del siglo XVIII.
El Palacio de los Condes de Cervellón está levantado sobre el antiguo Castillo Almohade de Anna ya existente en el siglo XII . El palacio consta de un cuerpo principal que recae a la Alameda y otros tres cuerpos, el posterior orientado al este sobre el río Sellent.
La Edad Media coincide con el periodo de dominación islámica, de manera que el edificio nos sumerge en la rica decoración musulmana del patio y salas árabes a base de mármoles, yeserías, cerámicas y artesonados de gran belleza, bajo el sonido permanente del agua.
Las paredes que cercaban este patio estaban coronadas por pequeñas almenas con salientes de aspilleras y ventanas de estilo gótico.
Adosado al palacio, se encuentra la capilla de Santa Ana con salida a la plaza de la Alameda. Sus ventanales orientados hacia el noroeste, nos dan a contemplar un panorama majestuoso con el río Sellent y su vegetación a sus pies.
Alrededor de 1890 los Condes vendieron sus propiedades a D. Ricardo de Trenor Bucelli. En los últimos años de la década de 1980 se entablaron negociaciones con la familia de los Trenor para la adquisición del la Casa Palacio por el Ayuntamiento de Anna.
La gastronomía de Anna destaca por sus arroces, entre ellos el «arrós al forn» (arroz al horno), el arroz con nabos y el arroz con acelgas.
Otras delicias culinarias son los chorizos de ajo, la carne de cordero a la brasa, las tortas de pimiento y tomate, las tortas de tocino y tortas de sal. Entre los dulces figuran las «tortas sainosas» y los panquemados o «monas de Pascua».
Los vinos con D. O. Valencia acompañan los platos típicos de esta localidad valenciana.
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Ramón Sobrino Torrens
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